La ventana abierta de mi alma vagabunda. Soy Yo.

La ventana abierta de mi alma vagabunda. Soy Yo.
Un poco de como se ve el mundo desde mis ojos.

sábado, 23 de junio de 2012

Me voy de Letras


“Cuanta bala aguanta un pecho. No lo sé”  Orichas.

Ya le voy dando la vuelta a la esquina que siempre vi lejana. Paso a paso con distintas cadencias. Si hubiera contado los cigarros, las borracheras fueran algo memorable. Los pielrojas dejaron su color amarillento en la parte blanca de mis ojos.

Los puntos seguidos son más seguidos que antes y esto quizás es porque ahora pienso más preciso pero más corto. Hace tiempo ya que un gran amigo descubrió mi adicción a las diatribas, ahora las justifico diciendo que la gente no lee nada largo, nada extenso y así me lavo las manos. Espero pase rápido este afán de escribir y con la senectud venga la típica manía de explicarlo todo ofendiendo el intelecto ajeno sin que me importe.

Mi amiga la soledad se está cansando de mí y lo demuestra cuando me deja sentir cómodo con gente que antes evitaba a toda costa, esos estereotipos de novela barata me resultan ahora entretenidos.
Cuando digo que evito los libros, estos me acosan. Son irremediables mis tendencias crónicas y que valga la redundancia. Son algo así como el medicamento que exaspera la enfermedad. Hablo de cosas como la misoginia y otras tantas que fueron encontrando bautizo en las letras de los grandes tipo Fito, Sabina y Calamaro en su orden.  Acomercial a toda costa. Victima a veces de los productos disfrazados del mercado como Calle 13, pero lo más deprimente del asunto es que voy entreviendo la tendencia adrede de todo mi autoengaño.

Reviven emociones de toda calaña dentro de mi alma ardiente de desvelos. Es lo único que me queda. Las emociones del alma, los olores de la tierra y este manojo apretado de recuerdos. Cansado otra vez de otro intento castrado voy recorriendo una ciudad cada vez menos extraña sin dejar atrás otro rastro de pertenencia. Me he vuelto mas olvidadizo a propósito. Ya no me aferro. Solo espero ese momento en que pueda decir algo así como “por fin siento que voy a mitad del viaje” Lo espero sin querer que llegue.

Nada que perder a veces es decir, nada que ganar. Esos ojos inocentes extraño. Esos pies cargando zapatos de tallas mas grandes. Esa mirada de mi madre al medio día esperando en la puerta del inquilinato a que llegará su Prometeo de otro viaje épico entre la escuela y la humilde morada. Mis Padres. Mis Hijos. Los Amigos que también son míos. La séptima, el porro. Mis huesos haciendo estragos en los bares del centro. Extraño. Amo.

Me voy de letras porque me da la gana, porque en el mundo ya no queda nada para mí. Me voy de letras navegando entre palabras mal escritas y mal pensadas. De vocales a consonantes ya todo me vale huevo. A punto de olvidar algo más a propósito. Me voy a las letras porque no quiero hablar con nadie. Voy renunciando lentamente a este, otro sueño frustrado. Dejando atrás lo único para lo que creía ser bueno. Buscaré una película por ahí para olvidarme que he decidido dejar de escribir. Escribiré de nuevo cuando se me pase la maricada.