Hubo rojo, escarlata. Corazón vivo. Lleno de sol.
Atardecer lejano y muy lento. También rojo.
Desapareció en el aire con una intimidad punzante y dejó un vapor a medio sol
también cruel.
Y tambíen afuera se sentía el letargo seco de la ausencia.
ausencia de alma, ausencia, ausencia.
Era de repente una total desconocida a quien amaba.
El juego intermitente y simple me hizo sentir perdido, volcado, errático,
y perder era el obvio resultado.
Frio.
Hubo un fuego pequeño y preciso en ese lugarcito mágico del pecho camino a la espalda
haciendo ruido a las trece.
Si no me aferro a eso único que queda, seguro desaparezco.
Hubo miedo, vertigo punzante, miedo, miedo.
Y así, se fue otro dia viejo al tiempo del no recuerdo.
Sin desenlace previo.